Hombre, es un inglés hablando sobre la edad de oro de la marina inglesa. En esa época nos daban objetivamente pal pelo en mar y tierra. También los franceses nos daban pal pelo en tierra, razón por la cual nos vimos metidos en Trafalgar, donde los franceses pegaron la espantada y los españoles vendieron cara su piel, pero perdieron. Luego tuvo que venir Wellington a echar a Pepe Botella, que mucha guerra de guerrilla, pero sin la pérfida Albión, probablemente hablaríamos gabacho.
Lo que te va a decir O'Brian es que los franceses hacían barcos cojonudos que no sabían tripular, los españoles eran unos marinos feroces pero sin disciplina y los ingleses no sabían hacer barcos, pero sí navegarlos. En mi caso, en ningún momento me he parado a pensar en cómo pone a los enemigos de la reina, aunque pienso que no demasiado mal, o las victorias británicas no tendrían mérito. De cualquier manera, si te raya, te raya y no hay más. Puedes probar a Oratio Hornblower, precursor de Jack Aubrey. Está bien considerado, pero yo no quiero segundones y nadie cuenta las batallas navales napoleónicas como O'Brian. EN mi opinión.
Dicho todo esto, lo que yo valoro de esa saga es sobre todo a los personajes principales, ambiguos, complejos, héroes y antiéroes al mismo tiempo, y llenos de humanidad. Pero claro, esa cebolla acumula capas según añades libros. Al principio tienes a un típico oficial inglés temerario y aparentemente invencible y a un engreído científico victoriano. Luego vas literalmente recorriendo el mundo, les ocurre todo lo que podía ocurrir a una fragata de tres mástiles, y conoces sus vidas alternativas, la del terrible terrateniente y la del despiadado espía. Y los adoras. Por lo menos yo los adoro. Más que a ningún otro personaje que haya leído.
Y tal.