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Tema: Cuéntame... aquellos maravillosos años

  1. #11
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    Lo del chorro-morro se llamaba en muchos sitios churro, media manga, manga entera porque era lo que el primer agachado tenía que adivinar si es que conseguían mantener el equilibrio con todos los demás encima. El premio consistía en intercambia los papeles y pasar de saltado a saltador.
    Y grandes tardes jugando a policías y ladrones.
    Lo de la tiza en el suelo se llamaba en algunos sitios rayuela, pero según el diseño también "el avión" y otras cosas.
    Y las carreras de chapas por circuitos trazados con las dos manos por la arena eran competidísimas, ríete de los scalextric.
    Yo es que tuve una infancia mixta alternando entre Madrid, capitales (que se denominaban "de provincias") y zonas rurales y ahí se notaba mucho las grandes diferencias existentes en un país aún en recuperación y menos uniformado por la falta o escasez de medios de comunicación social masivos.
    En los pueblos aún algunos recordarán los días de mercado con sus cambalaches de productos y los tratantes cerrando los negocios con un apretón de manos.
    Las mañanas desgranando guisante bajo una atenta supervisión para que no te comieras demasiados y el trabajo aburridísimo de quitarle las piedrecitas a las lentejas.
    Muchas mañanas también tocaba ir a buscar los huevos que las gallinas escondían entre la paja del pajar o las vueltas interminables e irrepetibles en el trillo en la era, el mejor tiovivo en el que he montado nunca.

    Y la llegada del "Circo Chino de Manolita Chen" que era un circo muy raro ya que no nos dejaban entrar a los pequeños y solo solían asistir hombres que se empezaban a poner nerviosos en cuanto aparecían los primeros carteles con una Manolita que debía ser de una zona de China cerca de Albacete.
    Nombre:  manolitachen.jpg
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    Y los chicles Bazooka (los había de chocolate) y eran enormes y luego las chocolatinas Vitacal en el mismo kiosco junto al Capitán Trueno, el Jabato, el Guerrero del Antifaz y los cucuruchos de pipas de papel de periódico y un señor que pasaba con unas piruletas rojas sobre un armazón de madera o el afilador con su carro de una rueda adaptado posteriormente a bicicleta y a moto pero siempre con su flauta de pan.

    Y por supuesto la perrita Marilín y Pedrito Corchea y topo Gigio.

    Y los inolvidables (literalmente) viajes en 600 con cinco o seis de familia y la baca a tope por las interminables estepas durante seis o siete horas con atención a la gasolina, que no había tantas estaciones de servicio, el repuesto de la correa que se rompía cada tantos kilómetros y mucha atención al radiador que gastaban más agua que gasolina mientras veías a esas segadoras trabajando en los campos cubiertas de siete capas de ropa, pañuelo y sombrero de paja enorme para no quemarse con el sol que, entre otras cosas, estar moreno estaba considerado de campesinos.
    Última edición por Duir; 05/09/2010 a las 12:31

  2. #12
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    Lo del chorro-morro se llamaba en muchos sitios churro, media manga, manga entera porque era lo que el primer agachado tenía que adivinar si es que conseguían mantener el equilibrio con todos los demás encima. El premio consistía en intercambia los papeles y pasar de saltado a saltador.
    Y grandes tardes jugando a policías y ladrones.
    Lo de la tiza en el suelo se llamaba en algunos sitios rayuela, pero según el diseño también "el avión" y otras cosas.
    Y las carreras de chapas por circuitos trazados con las dos manos por la arena eran competidísimas, ríete de los scalextric.
    Yo es que tuve una infancia mixta alternando entre Madrid, capitales (que se denominaban "de provincias") y zonas rurales y ahí se notaba mucho las grandes diferencias existentes en un país aún en recuperación y menos uniformado por la falta o escasez de medios de comunicación social masivos.
    En los pueblos aún algunos recordarán los días de mercado con sus cambalaches de productos y los tratantes cerrando los negocios con un apretón de manos.
    Las mañanas desgranando guisante bajo una atenta supervisión para que no te comieras demasiados y el trabajo aburridísimo de quitarle las piedrecitas a las lentejas.
    Muchas mañanas también tocaba ir a buscar los huevos que las gallinas escondían entre la paja del pajar o las vueltas interminables e irrepetibles en el trillo en la era, el mejor tiovivo en el que he montado nunca.

    Y la llegada del "Circo Chino de Manolita Chen" que era un circo muy raro ya que no nos dejaban entrar a los pequeños y solo solían asistir hombres que se empezaban a poner nerviosos en cuanto aparecían los primeros carteles con una Manolita que debía ser de una zona de China cerca de Albacete.
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    Y los chicles Bazooka (los había de chocolate) y eran enormes y luego las chocolatinas Vitacal en el mismo kiosco junto al Capitán Trueno, el Jabato, el Guerrero del Antifaz y los cucuruchos de pipas de papel de periódico y un señor que pasaba con unas piruletas rojas sobre un armazón de madera o el afilador con su carro de una rueda adaptado posteriormente a bicicleta y a moto pero siempre con su flauta de pan.

    Y por supuesto la perrita Marilín y Pedrito Corchea y topo Gigio.

    Y los inolvidables (literalmente) viajes en 600 con cinco o seis de familia y la baca a tope por las interminables estepas durante seis o siete horas con atención a la gasolina, que no había tantas estaciones de servicio, el repuesto de la correa que se rompía cada tantos kilómetros y mucha atención al radiador que gastaban más agua que gasolina mientras veías a esas segadoras trabajando en los campos cubiertas de siete capas de ropa, pañuelo y sombrero de paja enorme para no quemarse con el sol que, entre otras cosas, estar moreno estaba considerado de campesinos.
    Todo eso me suena. Y sí que los circuitos con chapas eran mejor que nada posterior. Las bolas, también primaban (nadie las llamaba canicas ), yo llegué a tener una bolsa mediana, llenita, sin comprar ninguna (las más valiosas eran las de cristal, con colores por dentro); y estaban los cromos, jugar contra otro, levantándolos con la palma de la mano... Nadie ha hablado del dola, jugar a dola, con sus tabacas, liques paliques y demás. Creo que era el juego más difundido en los colegios. Poco que ver con esos churros o medias mangas que contáis, salvo que quienes la ligaban, habían de ponerse también con la espalda horizontal, formando el esquema de un burdo siete, soportando el peso de los componentes del equipo contrario, que pasaban sobre él, atizándole en el trasero. Quien dirigía un equipo, era la madre. Quien la ligaba, mientras estaba solo, era la burra. No sé ya por qué, pero un equipo podía pasar a ligarla, otro a mandar, y viceversa, claro.

    Sobre esto:

    ... mientras veías a esas segadoras trabajando en los campos cubiertas de siete capas de ropa, pañuelo y sombrero de paja enorme para no quemarse con el sol que, entre otras cosas, estar moreno estaba considerado de campesinos.

    Decirte que no era por no quemarse, ni por ser tachados de nada. Hacían lo que el ser humano ha hecho desde siempre, desde milenios atrás... Protegerse del sol. Los pudientes, igualmente lo hacían, sólo que con sombrillas. En las playas, todos estaban a la sombra, salvo cuando se bañaban, cuando tomaban baños de mar, casi por prescripción facultativa. Y no es broma, lo de la prescripción; en el Postiguet, en Alicante, había varios largos malecones, con cuartos para eso, para tomar baños de agua de mar, en una habitación cerrada; también se recetaban los de sol, que fija no recuerdo cuál vitamina...

    Quien torció el rumbo de esa inveterada y razonable costumbre de protegerse del sol, tiene nombre y apellidos: Coco Chanel, quien vino de América con un bronceado que empezó a imitarse. Desde entonces, millones de seres humanos se tuestan en las playas, como las salchichas en la plancha de un bar o taberna... Ahora, los cánceres de piel se prodigan, aumentan... Pero las advertencias para protegerse del sol, se hacen en letra pequeña. Y es comprensible, eso. Del turismo del Sol, dependen cientos de miles de puestos de trabajo, en hostelería (hoteles, restaurantes y demás), industria (fabricación de cremas con factores de protección; más los aftersun, dado que los primeros fallan como una escopeta de feria; acelerantes del bronceado, a base de extracto de zanahoria; y mucho más); los médicos y dermatólogos (que tratan a los quemados por el sol), los oncólogos, los laboratorios farmacéuticos (remedios tópicos, quimioterapia, etc.). Con perdón de la expresión: La Gran Cagada. Reitero mis disculpas pero, Duir, aquellos trabajadores del campo, como los tuaregs y ahora mismo los indios de la India, entre otras etnias, razas y pueblos, son/eran sabios, sin tener conciencia de ello, con la experiencia empírico/genética que les/nos advertía o avisa sobre lo peligroso.

    Un saludo.
    Última edición por Faisanes; 05/09/2010 a las 13:44
    -La cultura es el poso que resta, luego de olvidar cuanto leímos, cuanto aprendimos.

    -No hay recuerdo que el tiempo no borre ni pena que la muerte no acabe. Miguel de Cervantes.

    http://www.amazon.es/Kami-Cami-Fernando-Sanchez-Esteban/dp/1453720553/ref=sr_1_6?ie=UTF8&qid=1359627083&sr=8-6

  3. #13
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    Cita Iniciado por Faisanes Ver mensaje
    Duir, aquellos trabajadores del campo, como los tuaregs y ahora mismo los indios de la India, entre otras etnias, razas y pueblos, son/eran sabios, sin tener conciencia de ello, con la experiencia empírico/genética que les/nos advertía o avisa sobre lo peligroso.

    Un saludo.
    Pero Faisanes, no me lees, interpretas lo que lees o lo que yo quiero decir pero no me lees.
    No digo que fuesen raras ni que quemarse al sol sea lógico y menos sano. Vivo a 300 metros del mar y este año aún no he puesto los pies en el agua, con eso te digo todo. Estoy moreno, dentro de mis cánones, porque procuro estar haciendo cosas al aire libre a menudo pero no con alevosía.

    Y sí, también se llamaba dola al churro... y pídola a saltarse unos a otros.

  4. #14
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    Pero Faisanes, no me lees, interpretas lo que lees o lo que yo quiero decir pero no me lees.
    No digo que fuesen raras ni que quemarse al sol sea lógico y menos sano. Vivo a 300 metros del mar y este año aún no he puesto los pies en el agua, con eso te digo todo. Estoy moreno, dentro de mis cánones, porque procuro estar haciendo cosas al aire libre a menudo pero no con alevosía.

    Y sí, también se llamaba dola al churro... y pídola a saltarse unos a otros.
    Duir: Nos estamos liando, será por mi torpeza pero no dije que tú dijiste lo que dices que digo que dijiste (es un trabalenguas pero porfa, compruébalo, por favor), ni (menos aún) que defiendas el ponerse al sol. Sí que el moreno era antes considerado como algo (malo) propio de marineros, labriegos (a pesar de sus precauciones, se tostaban, claro), claro que sí, eso es lo que decías y di por bueno, como no podía ser de otra forma. Incidí en que no era por no ponerse morenos, sino para protegerse del sol, que es lo lógico y además, por lo que veo y cabía esperar, en lo que coincides conmigo.

    A ver si paramos de mojarnos las orejas, que nuestros colegios de tintero, plumillas, lapiceros, babis, plumieres, sacapuntas y gomas Milán, ya no existen.

    Sobre que el churro y dola sean lo mismo, pues igual será, no lo dudo, aunque como lo describíais Peto y tú, no me sonaba.

    Un saludo.

    Edito:

    Sobre dola:

    http://elangeldeolavide.blogspot.com...el-madrid.html Blog estupendo; me ha recordado la leche y el queso, americanos, del colegio; nunca bebí tanta leche (y buena; venía en polvo y en mi cole, un internado, la hacían fuerte); y me atiborraba de aquel queso, debían echarle algún aditivo que provocaba eso, adicción.

    http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=266
    Última edición por Faisanes; 05/09/2010 a las 16:11
    -La cultura es el poso que resta, luego de olvidar cuanto leímos, cuanto aprendimos.

    -No hay recuerdo que el tiempo no borre ni pena que la muerte no acabe. Miguel de Cervantes.

    http://www.amazon.es/Kami-Cami-Fernando-Sanchez-Esteban/dp/1453720553/ref=sr_1_6?ie=UTF8&qid=1359627083&sr=8-6

  5. #15
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    En mi caso me suena todo lo de Peto pero con los nombres de Duir (churro -me disculpen ustedes pero de dola/pídola hablaba mi madre, nosotros jugábamos a churro o a burro), el avión, la muñeca y ese juego tan delicado que era la lima: en mi barrio había restos de obras y cogíamos trozos de barras metálicas, oxidadas o no, y jugábamos a lanzarlas y clavarlas en el suelo.
    Ciao

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  6. #16
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    Lo del chorro-morro se llamaba en muchos sitios churro, media manga, manga entera porque era lo que el primer agachado tenía que adivinar si es que conseguían mantener el equilibrio con todos los demás encima. El premio consistía en intercambia los papeles y pasar de saltado a saltador.
    En mi tierra era Pico, Zorro, Zaina.

  7. #17
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    Cita Iniciado por Liberyd Ver mensaje
    Y mi favorita de todos los tiempos, Star Trek (que entonces me parece que no se llamaba así), con el capitán Kirk y el señor Spock, y sus decorados de cartón piedra.

    Por aquel entonces se llamaba "Viaje a las Estrellas" y la entradilla sonaba así:



    Saludos
    Cave ab homine unius libri

  8. #18
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    Cita Iniciado por Terisa Ver mensaje
    En mi caso me suena todo lo de Peto pero con los nombres de Duir (churro -me disculpen ustedes pero de dola/pídola hablaba mi madre, nosotros jugábamos a churro o a burro), el avión, la muñeca y ese juego tan delicado que era la lima: en mi barrio había restos de obras y cogíamos trozos de barras metálicas, oxidadas o no, y jugábamos a lanzarlas y clavarlas en el suelo.
    La lima era lo que llamaban también clavo porque se jugaba con clavos enormes o cualquier cosa puntiaguda. Algunos usaban limas que sin el mango de madera eran perfectas para clavarlas y de paso te hacías un peeling en las manos porque las agarrabas por donde liman.
    Había varios juegos pero lo normal era un círculo donde tirabas desde dentro y según la inclinación del clavo trazabas una línea y acotabas ese espacio para ti y seguías tirando desde dentro del círculo pero fuera del espacio acotado hasta que ya no podías ponerte de pie por falta de espacio. Si el clavo se caía empezaba el siguiente jugador.
    Algunas chicas jugaban a verbena o a la zapatilla por detrás sin olvidar la comba.
    Con las canicas había muchos juegos. Las bolas "pobres" eran las de arcilla, había unas más caras de china (de piedra), las de cristal deseadas por todos y en según que juegos, los más afortunados conseguían rodamientos metálicos para machacar literalmente a los otros jugadores.

  9. #19
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    La lima era lo que llamaban también clavo porque se jugaba con clavos enormes o cualquier cosa puntiaguda. Algunos usaban limas que sin el mango de madera eran perfectas para clavarlas y de paso te hacías un peeling en las manos porque las agarrabas por donde liman.
    Había varios juegos pero lo normal era un círculo donde tirabas desde dentro y según la inclinación del clavo trazabas una línea y acotabas ese espacio para ti y seguías tirando desde dentro del círculo pero fuera del espacio acotado hasta que ya no podías ponerte de pie por falta de espacio. Si el clavo se caía empezaba el siguiente jugador.
    Algunas chicas jugaban a verbena o a la zapatilla por detrás sin olvidar la comba.
    Con las canicas había muchos juegos. Las bolas "pobres" eran las de arcilla, había unas más caras de china (de piedra), las de cristal deseadas por todos y en según que juegos, los más afortunados conseguían rodamientos metálicos para machacar literalmente a los otros jugadores.
    Efectivamente, tanto al clavo que tú dices como a la zapatilla por detrás y la comba. En fin... No sé si conocéis una editorial que hay en Madrid "Ediciones la librería". Publica principalmente libros sobre Madrid, pero tienen un libro que creo que se llama "Pasimisí, Pasimisá" (ahora no lo tengo a mano) con un montón de canciones para juegos (Estaba el señor don Gato, al pasar la barca, Mambrú se fue a la guerra...) Nostálgico a tope pero una pasada. Y también recuerdo los rodamientos
    Última edición por Terisa; 05/09/2010 a las 20:48
    Ciao

    Terisa de Morgan







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  10. #20
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    ¿Chorro-morro?, joer, nunca lo había escuchado. Por aquí por Málaga se llamaba la longaniza (contra más larga más lisa, decíamos, ya ni me acuerdo si con doble sentido), o el chichimonete (acabo de caer en que el nombre se las trae... mil años después). Y para acertar, decíamos sota, caballo o rey, segùn la posición de la mano sobre el brazo contrario. Todos los saltaldores procurábamos caer encima del más débil para que se cayera, porque así volvíamos a saltar.

    ¿Churros?, tejeringos en mi barrio, estupendos, exquisitos, ensartados en un junco. Los más snobs pedían madrileños , pero, en general, comíamos tejeringos. Y, mucho, después, las porras que, definitivamente, acabaron con los tejeringos de toda la vida.

    La primera tele del barrio la compró una familia bien en un barrio humilde (se conocíam como el barrio del Chupitira), y nos permitían verla, a nuestra tierna edad, veinte minutos diarios o así, y no siempre (imagino que seríamos un coñazo, tantos niños en la sala delante de la tele).

    Cocinar, los guisos y demás, en un hornillo de petróleo. Electricidad sí que teníamos , pero no mucha

    El hielo se vendía en una carbonería.

    Tiempos de escasez, pero, la verdad, no nunca fui consciente de ella. Nos pasábamos el tiempo en la calle, jugando y jugando, con otro montón de niños. A la entera, al sevilla, al chichimonete, al un dos tres escondite inglés, al salvo la valla (por todos mis compañeros por mí el primero), a las canicas (bueno, la llamábamos a las bolas), a las piedras (como las canicas, pero con trozos de mármol), al mate (con pelota), al San Juan de Villa Naranja (lo bien que fuma lo bien que canta, tienes la barriga llena de vino tinto, de vino azul, ¿a quién salvas tú?), y por supuesto al fútbol (hasta que salía el vecino aguafiestas), al La llevas, al pilla.pilla, en fin, me dejo varias docenas. Ah, en Málaga, a la rayuela le llamábamos el Guiso, aunque ahora que lo pienso, posiblemente sería el Piso (Piso, chorizo, mi casa, calabaza). Era un juego de niñas, casi exclusivamente, como los cromos, por ejemplo, como la barca, o saltar la cuerda, con sus canciones asociadas.

    ¿Un tiempo feliz?, bueno, la capacidad de aceptación y adecuación a las circunstancias es enorme. Pero creo que, a pesar de la escasez general, no fui infeliz en absoluto.
    Contra la seducción:
    No os dejéis seducir / no hay retorno alguno. / El día está a las puertas, / hay ya viento nocturno / no vendrá otra mañana.
    No os dejéis engañar / Con que la vida es poco. / Bebedla a grandes tragos / porque no os bastará / cuando hayáis de perderla.
    No os dejéis consolar. / Vuestro tiempo no es mucho. / El lodo, a los podridos. / La vida es lo más grande: / perderla es perder todo.
    Bertolt Brecht


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