La novela empieza con Caín matando a Abel y continúa con las distintas visitas que hace Caín a episodios famosos del Antiguo Testamento: el arca de Noé, el castigo de Sodoma y Gomorra, el becerro de oro, etc, con la intención de revelarnos que Dios no es tan bueno ni tan puro como pretende decirnos la Biblia.
Y la verdad, es que no lo consigue. Yo soy ateo (gracias a dios) y, sin embargo, leyendo la novela, veo banales los comentarios despectivos del autor para convencernos de las maldades de Dios. No sé, como si fueran demasiado infantiles. Muy cogidos por los pelos. Ya sabemos que la misericordia de Dios es dificilmente entendible en muchas situaciones, pero cualquier teólogo preparado te las refuta convenientemente (luego, tú ya te las crees o no), y eso Saramago, que lo sabe, no lo comenta en su obra.