A pesar de que leí hace mucho tiempo el libro de Charlie y la fábrica de chocolate, los otros días volví a releerlo, ya que la pusieron en la televisión y me dio mucha curiosidad por el modo en el que el autor hablaba de los personajes principales y secundarios. Cada día me intereso más por la novela infantil, ya que, bajo la capa superficial de amor y enseñanza para los más pequeños, se esconde una serie de perfiles psicológicos muy potentes y arriesgados, que podrían verse en cualquier novela de terror. En estas está la bondad, bien es cierto, pero también la maldad, la envidia, el odio, la ira y otros sentimientos que a veces no queremos enseñar a los niños.