Hoy es el día mundial sin alcohol. Muchos de estos días mundiales no tienen para mi importancia, pero este sí. He visto como una familia conocida de la infancia se destruía por el alcohol, una familia normal al principio, pero luego, de modo paulatino, fue cayendo en el abismo. Tambien tengo un conocido que trabajó muchos años en telefónica haciendo instalaciones a domicilio. Su grupo de trabajo se acostumbró a ir a los bares muchas veces al día y tomarse todos una caña. Aparentemente algo inofensivo, pero al cabo de los años este hombre empezó a tener las típicas paranoias de los alcohólicos de que su mujer le era infiel. Afortunadamente supo darse cuenta del problema y dejó la costumbre, pero hay muchos que no lo hacen.
Hay mucha gente que se ha iniciado en las drogas duras porque cuando se las ofrecieron habían bebido y no tenían la voluntad de decir que no a casi nada. En ese sentido el alcohol es verdaderamente siniestro.
Podría contar muchas más historias sobre el tema, pero supongo que vosotros conoceréis más que yo.
No creo que sea fácil encontrar una persona que tome menos alcohol que yo. Cuando voy por ahí y surge la ocasión no me cuesta nada rechazar las invitaciones de la gente. Sólo alguna vez en comidas de celebración tomo algo de vino.
En resumen y parafraseando la famosa canción de Serrat: entre el alcohol y yo hay algo personal.