Un consejo, Emilio. Para que no tengas que estar escribiendo las direcciones a tus libros en cada mensaje que escribes, lo mejor sería que te los pusieras en la firma, así te aparecerán automáticamente siempre que dejes un post en el foro. Y ya si la pones con las portadas, te queda niquelado. Al estilo de como la tiene Catafracto con algunos de sus libros.
Es solo un consejo para quitarte trabajo y que queda más visible, pero puedes pasar de él si no te convence. Y si quieres hacerlo pero no sabes cómo, mándame un mensaje privado y te echo una mano.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Y para que no todo este mensaje sea un off-topic, los libros que estoy leyendo ahora son Sueño del Fevre, de George R.R.Martin. Me leí hace tiempo una adaptación de este libro al cómic (muy mal hecho), así que me temo que la trama tenga poca intriga para mí y que por ello mi opinión sobre este libro va a quedar totalmente distorsionada. Al menos sí puedo decir que el amigo George demuestra aquí buen pulso narrativo y que entretiene, destacando sobre todo la ambientación de la vida de los grandes vapores de río y la rivalidad existente entre las distintas flotillas.
Leyendo también a la vez Mi casco por almohada. Sí, también vi la serie The pacific antes de leer el libro, pero en este caso la "trama" no tiene ninguna importancia. A fin de cuentas, todos sabemos que Japón no ganó la segunda guerra mundial, así que el spoiler en este caso no influye para nada en mi opinión. Me apetecía leer algo de un soldado auténtico de aquella guerra contando su experiencia desde dentro. Me gustó muchísimo en su día Ataúdes de acero, la crónica de uno de los escasos capitanes de submarinos alemanes que logró sobrevivir a la guerra. Mi casco por almohada me parece inferior a la anteriormente mencionada, pero el hecho de saber que narra vivencias reales le da un plus. A mí me choca ante todo la mentalidad de aquellos hombres, tan distinta de la que pueda existir hoy día en nuestra sociedad, que no ha conocido la guerra y que, mucho mejor informada y formada, seguramente no iría con el entusiasmo y, sobre todo, la ignorancia con la que aquellos jóvenes se prestaban voluntarios para ir al infierno creyendo que sería cosa de un par de semanas dando poco menos que un paseo campestre.