Efectivamente, hay un montón de teorías. Una de ellas:
Los niños no entienden el tiempo
Rosa apunta otra explicación que tiene que ver con nuestra propia experiencia:"Medimos el tiempo, de forma psicológica, comparándolo con lo que ya hemos vivido. Así que cuando tenemos ocho años, seis semanas es diez veces más que cuando tenemos ochenta". Esa es la razón por los enfermos terminales suelen sentir una mayor presión temporal que la mayor parte de la población a pesar de disponer de más tiempo libre, pues su conciencia de la finitud de su vida es mucho más grande.
Los animales que hibernan durante el invierno ralentizan tanto su metabolismo que cuando se levantan tres meses más tarde piensan que sólo ha transcurrido una nocheAdemás, los niños carecen de la misma concepción del tiempo que los adultos, pues aún no han desarrollado una conciencia clara del mismo. "El pasado", suele ser equivalente a "ayer", y el "futuro", es un equivalente a "mañana": hasta los siete años, según la clasificación canónica de Jean Piaget, no adquieren herramientas cognitivas que les permitan entender períodos de tiempo mayores, y por lo tanto, su vida es prácticamente un presente continuo. Es un factor importante, ya que el cumplimiento de metas y objetivos acelera el tiempo: si conseguimos realizar algo planeado con anterioridad, sentimos que entre el plan y su consecución ha transcurrido menos tiempo del que realmente ha pasado.
Otro factor juega un papel crucial: según cuenta Wittmann, la atención es decisiva en nuestra percepción del paso del tiempo. Siempre y cuando estemos ocupados en otra actividad, no prestaremos atención al reloj, y por lo tanto sentiremos que el tiempo se ha pasado volando. Si por el contrario, focalizamos nuestra atención en dejar que el tiempo pase, como cuando esperamos nuestro turno en una cola o en el médico, sentiremos que transcurre mucho más lentamente. Ello explica que los ancianos utilicen a menudo metáforas referentes a la lentitud del tiempo: cuando nada interesante parece ocurrir, uno es atrapado irremisiblemente en la contemplación del paso del tiempo.
Lo biológico
"Algunos biólogos explican que los animales que hibernan durante el invierno deceleran y ralentizan tanto su metabolismo que parece ser que el tiempo vuela para ellos: cuando se levantan tres meses más tarde, piensan que sólo ha transcurrido una noche. Desafortunadamente, no podemos preguntarles si es así", prosigue en su explicación Rosa, apuntando la tercera explicación, la propiamente biológica.
Michel Siffre tardó cinco minutos en contar hasta ciento veinte
Así, los procesos de nuestro propio cuerpo servirían de reloj interno. Cuando crecemos y nos desarrollamos en la infancia, el tiempo parece pasar más lentamente, mientras que cuando nuestro cuerpo deja de crecer, ocurre lo contrario. "En el cuerpo joven, los procesos metabólicos son muy rápidos, como lo son los movimientos físicos y las capacidades intelectuales; cuanto más viejo te haces, más lento funciona tu metabolismo. Por lo tanto, mientras el niño es rápido, el tiempo pasa lentamente, y viceversa", señala Rosa.
Aprovechar el tiempo
Es el caso de lo ocurrido con el célebre espeleólogo francés Michel Siffre, considerado el padre de la cronobiología. Siffre se encerró durante dos meses en el abismo de Scarrasson, al sur de los Alpes, sin relojes ni ninguna forma de diferenciar entre el día y la noche, y mantuvo su temperatura corporal por debajo de los 34º. Al salir, estimó ante los investigadores que había estado nada más que veintiséis días encerrado, y cuando se le pidió que contase ciento veinte segundos, tardó cinco minutos en hacerlo: su cuerpo percibía el tiempo más de dos veces más lentamente.
Quizá entonces la clave para que no sintamos que el tiempo se nos desliza entre los dedos sea llenar nuestros días con actividades, novedades y nuevos retos. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer decía que "la gente vulgar sólo piensa en pasar el tiempo; el que tiene talento, en aprovecharlo". Desde luego, y a tenor de lo anteriormente visto, podríamos concluir que, según el pesimista pensador, a la gente que tiene talento se le pasa el tiempo mucho más rápido en el día a día y más lento en el largo plazo, ya que sus años han estado colmados de experiencias.