Vaya susto Katxan!
Y Peto, ya sé que te lo he dicho muchas veces pero es que eres mundial!!!!!! Jo, y sigue contando historias!!!!
Vaya susto Katxan!
Y Peto, ya sé que te lo he dicho muchas veces pero es que eres mundial!!!!!! Jo, y sigue contando historias!!!!
A mí me han pasado cosas parecidas a las vuestras. También me pegué un buen golpe contra una señal de tráfico pero en mi caso fue intentando leer un cartel de la CNT que había en la otra acera. Me duró el dolor de cabeza toda la mañana, y la vergüenza el fin de semana entero. Y me pasa continuamente con los escaparates y cristaleras en general: calculo mal las distancias y choco contra él, con la consiguiente sorpresa de los que están dentro de la tienda y mi vergüenza (y la de los que me acompañan).
Las peores que recuerdo fueron durante la infancia, supongo que porque con los años se forma callo y lo que piensen los demás ya va importando menos. Recuerdo un día jugando en el recreo, con unos 9-10 años. Era un juego de estos en el que alguien se doblaba y los demás teníamos que saltarle por encima abriendo las piernas. Cuando me tocó a mí ejecuté un grácil salto, tan grácil que estando en pleno vuelo se escuchó raaaaaaac! Los pantalones, unos ajustados de pana fina, se habían rajado: las dos piernas, casi desde la rodilla hasta la ingle. Estuve el resto de la mañana caminando con las rodillas bien juntitas
En mi caso soy un despiste con patas, y más torpe que Rompetechos, así que casi todo lo que me pasa tiene que ver con eso. Como cuando en el SIMO, petado de gente, enganché no sé ni cómo con el cordón del abrigo un extintor y me lo llevé arrastrado varios metros ante el pasmo de la concurrencia que no se podía creer que no me diese cuenta...
Pero lo más embarazoso que recuerdo no me ocurrió a mí sino a las compas de piso ya en la Universidad. Un domingo por la noche estaban estudiando, ya en pijama, cuando llamaron abajo, hubo una pequeña confusión y no se les ocurrió nada mejor que salir a ver qué pasaba... cerrando la puerta y sin llaves ni dinero ni ná. Tuvieron que atravesar la ciudad en-te-ra vestidas con sendos pijamas rositas de franela y en pantuflas hasta llegar a la casa de una compañera (a unos 45 minutos caminando).
Una cortita que solo es embarazosa retrospectivamente. En su momento fue simplemente sorprendente y dolorosa:
Tendría yo 4 años, bajamos a Colmenar Viejo, a pasar una semana en casa de mi tía y vi a una gitana. Nunca había visto una o, por lo menos no me había llamado la atención. Mi padre, o mi madre me lo explicaron. No, no era una india, era una gitana.
Al cabo de los días volvimos a pasar por allí y estaba otra vez. Me acerqué y le dije, con tono de notario, como para dar fe de que sabía que no era una india, "Hola, gitana". Me arreó un sopapo y yo me volví con mis padres flipando en colores, sin entender nada.
Jajaja que anécdota infantil más graciosa que en mi casa se ha contado de siempre, pero nadie cuenta que mi madre o mi padre fuera donde la gitana y me vengara... les estoy imaginando saliendo por patas de aquel mercado
Omnia sunt Communia
Hostia! gracias Katxan
Estando yo en Sevilla. De vuelta con una amiga de hacer la compra en el Súper se nos ocurrió sentarnos en una terracita a tomar un piscolabis. Pedimos consumición con la tapa que nos apeteció (no iba incluida). Yo recuerdo que pedí una de emperador y cuando me sacan un peazo filete de este pescado con sus correspondientes patatas fritas o papas, miré a la cartera para comprobar que tenía seis pesetas. Entonces no funcionábamos con tarjetas de crédito ni débito y esas cosas. Le pregunto a la otra: ¿oye, tú tendrás dinero no? Y me responde que unas cincuenta pesetas. Yo miro alrededor y le digo ¿Pero te has fijado en qué terraza nos hemos sentado? No recuerdo el nombre, se trataba de una catalogada como de “nivel alto”.
Total que una vez sumadas nuestras existencias monetarias nos vimos en la tesitura de plantearnos como salíamos de esa. El coche era de la otra, que era andaluza de Jaén, ciudad que visitábamos muy a menudo y donde, por cierto, ponían unas tapas con las consumiciones que ni te cuento. No sé si seguirán haciéndolo.
Pues se le ocurrió que yo me quedaba sentada disimulando mientras ella cogía el coche e iba a la casa que compartía con otras compañeras para ver si pillaba algo de dinero del fondo común.
Recuerdo que me quedé sola, la consumición de ella terminada y la mía que no quería terminarla. De vez en cuando miraba el camarero y se daba una vuelta entre las mesas. Como no sabía para donde mirar, no fumaba y tampoco existía el texter ni estas cosas, pues me puse a jugar con un gato que merodea a la caza de algo que llevarse a la boca (el sitio era más bien de pescados). Creí que no iba a salir de aquella. Los minutos e me hacían horas.
Al final apareció la amiga y pedimos la cuenta. Tan embarazosa me resultaba la situación que le dije: Tú no te levantes todavía, disimula, como que no tuviéramos prisa….
Martina, este tuyo me hace recordar un sucedido embarazoso parecido,
en tiempos peores en cuanto a disponibilidad monetaria, aunque fuera circunstancial,
habia quedado con una amiga en un bar, y habia calculado lo que podria gastar en dos cafes o dos cervezas porque lo tenia muy justo, creo que era sobre las 5 o las 6 de la tarde,
voy al bar (uno tipo pub pijerillo) y llevo alli sentado un rato sin que vieniera nadie, y el camarero me insistia continuamente en si queria tomar algo, no, estoy esperando a alguien, total que ya no pude zafarme del tipo y pedí un café, otro rato y nadie venia, al mucho rato llega la chica que habia tenido un problema, que ni siquiera habia comido... asi que se pidió una cocacola y un sandwich (allí los ponian magnificos) y me insistia en que porqué no pedia yo otro, al final pedí otro café,
no sabia como alargar el tema a ver si aplazandolo tenia mas suerte y calculaba y calculaba que cuanto podria ser aquello, cuando ya no sabia donde meterme apareció la madre de la chica (la buscaba por el problema que habian tenido), que pidió tambien un sandwich y no permitió que pagara yo por lo contenta que estaba y tal y tal, yo me mostraba muy enfadado por no dejar que pagara pero estudiando no enfadarme demasiado,
el tema de tener poco dinero me ha gastado algunas de estas bastante desagradables.
Perdonad que me inmiscuya.
Solía quedar en la Plaza Circular de Bilbao con una amiga para coger el autobús que iba a Santuchu, (corría el año 66, por eso lo pongo con ch). Entonces había cobradores en los autobuses, en este caso cobradora. Resulta que yo solía pagar el viaje, y esa vez dijo mi amiga que pagaba ella. Pero la cobradora, no se si haciéndose la graciosa soltó: "cuando hay chicos pagan los chicos", y solo le cobro un billete a mi amiga. Yo me puse de todos los colores.
Y otra, hace unos 15 años. Había ido a un banco a protestar por algo que creía yo habían hecho mal, pero me convencieron de que estaba equivocado. Al salir se me había pasado el cabreo e iba la mar de contento, cuando de repente me como una cristalera de manera que pegue con la cabeza y con la rodilla, y caí al suelo del golpe. Fue un ruido muy grande el que hice. El caso es que me levante, y sin mirar para atrás, para no ver la cara de los que me miraban, salí rápidamente, esta vez por la puerta.
Creo que al día siguiente habían puesto un cartel en la luna que intenté atravesar.