El final.
Me parece totalmente excesivo para contar nada. Para mí, cuando se narran historias duras o tristes, hay que mantener un equilibrio entre sensibilidad y sensiblería. Dramatizar en exceso es un recurso demasiado utilizado por muchos escritores para asegurarse una buena llorera del lector y que su libro gane en prestigio por ese supuesto "dramatismo". Para mí, vulgariza el mensaje. Es algo que siempre me cabrea, me decepciona y me hace sentir que he perdido el tiempo. En ese sentido, la película (que ya no recuerdo el libro y no puedo distinguir) mantiene un tono de tristeza y ternura muy logrado hasta el final, te hace sonreír y te emociona constantemente con pequeños detalles sin tener que recurrir constantemente al drama personal, dado que la situación general ya es suficientemente dramática. El final viene a ser para mí como terminar a gritos una historia contada en susurros. Una burda pifia.
Por supuesto, seguro que hay un público que disfruta de lo que yo considero excesos y por eso esa fórmula me cuanto peor mejor funciona tan bien. Yo no pertenezco a ese grupo. Para mí hacer llorar es muy fácil, más cuando tienes personajes infantiles y no te cortas, pero sensibilizar, hacer brotar sentimientos complejos con mesura, es mucho más difícil. Pocos lo hacen bien, así que sensibilizan por exceso, que es el recurso facilón, ordinario, que en muchos casos funciona. Lamentablemente.
Mi opinión, claro.
Por ahí estará lo que opiné en su momento del libro en uno de los hilos anteriores a este. Pero dirá lo mismo.