Dicen que las crisis económicas internacionales suelen ser el germen de buenas obras literarias. Esas obras literarias muchas veces se basan en historias reales que no tienen un final feliz precisamente.
Quiero comentar una historia que se ha repetido mucho en esta crisis y que difícilmente deja indiferente a alguien:
Una madre, ya viuda vive con su hijo de forma modesta. Tiene su piso ya pagado y con la pensión va tirando. El hijo ha tenido una vida inestable: trabaja pero no ha conseguido independizarse todavía. La 'fiebre inmobiliaria' está en su apogeo y nadie parece ser inmune a ella. Su hijo decide que es el momento de comprar un piso por fin; los intereses son bajos y aunque los pisos son muy caros hay que lanzarse. Sin dedicar mucho tiempo a encontrar un buen piso, porque tiene prisa, se decide por uno. Es un piso nuevo, por supuesto, más caro pero tiene que ser a estrenar. Va al banco a solicitar la hipoteca y, como no tiene casi nada ahorrado, el banco le pide garantías: ¿alguien le puede avalar?. Habrá que convencer a mamá para que le avale con su piso; los padres deben ayudar a los hijos a emanciparse. Mamá se preocupa un poco pero al final dice que sí y la compra se lleva a cabo en poco tiempo. Un año después la empresa del hijo le despide y la situación se vuelve desesperada porque es muy difícil conseguir otro trabajo. Al cabo de un tiempo el banco ejecuta el aval y ambos lo pierden todo.
De las historias de la crisis esta es de las que más tristeza me dan. Como dice una canción de Roberto Carlos 'yo quisiera hablar de alegría en vez de tristeza mas no soy capaz'