Una muy dulce tentación. Sacada de la página de pinterest de la autora del club del te.
pinterest.com/vanessavintaget
Aquí mas fotos de libros
Una muy dulce tentación. Sacada de la página de pinterest de la autora del club del te.
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El vicio de la lectura es ese que te lleva a pensar en lo próximo que leerás cuando apenas vas por la segunda página de un libro.
Me ha entrado hambre
Puedes acariciar a la gente con palabras. Francis Scott Fitzgerald
Leer surte un efecto peligroso: Encender fuegos artificiales en la intimidad del cerebro. Terry Pratchett
Visualmente son muy bonitos, pero a mí no me parecen comestibles
Escultura hecha con partes de una máquina de escribir, por Jeremy Mayer
En la página podréis ver todo tipo de criaturas creadas a partir de piezas.
y esta es una ilustración de la revista Paris Tabu, por Gino Boccasile (1950)
Puedes acariciar a la gente con palabras. Francis Scott Fitzgerald
Leer surte un efecto peligroso: Encender fuegos artificiales en la intimidad del cerebro. Terry Pratchett
¡Me encanta la golondrina mecánica!
A mí todos sus animalitos, y las cabezas que hay en la web son una pasada también.
Puedes acariciar a la gente con palabras. Francis Scott Fitzgerald
Leer surte un efecto peligroso: Encender fuegos artificiales en la intimidad del cerebro. Terry Pratchett
Yo tenía 5 ó 6 añitos. Estábamos en la playa. De repente, una chica, normalmente joven, se tumbaba boca abajo y se soltaba la parte de arriba del biquini con sumo cuidado para que no se viera nada.
Entonces mi padre me enviaba con un cubo de agua fría para que se lo echara en la espalda a la chica. Ésta, claro, se levantaba sorprendida y dejaba ver sus dones a los padres cuarentones que miraban descojonados.
Sí, suena fatal, pero era muuuuuy divertido....
Y me gané muchos frigopiés con ello....
La imagen de anabellee me lo ha recordado. Gracias.
Hay tres tipos de personas: las que saben contar y las que no
Puedes acariciar a la gente con palabras. Francis Scott Fitzgerald
Leer surte un efecto peligroso: Encender fuegos artificiales en la intimidad del cerebro. Terry Pratchett