El correo tradicional es un medio en decadencia estos días. como lo es la prensa de papel, pero aún puede ser muy útil en determinadas ocasiones, por ejemplo para hacer reclamaciones. Hacer bien una reclamación requiere una buena estrategia. Hay que tener muy claro lo que hay que hacer y lo que no.
Con un ejemplo se puede ver más claro:
Algo no va bien con un servicio que te presta una gran empresa y llamas por teléfono para reclamar. La cosa está muy clara, crees tú, y con una llamada debería ser suficiente. Pero resulta que la persona que te atiende no te lo soluciona; insistes y nada. A estas alturas lo natural es enfadarse y seguir insistiendo. Es un error: si te enfadas la persona que te atiende probablemente también se enfadará y por más que grites no conseguirás que cambie la situación. Esa persona tiene un modus operandi muy limitado en posibilidades y no la vas a sacar de él. Lo más probable es que no sepa mucho, de modo que ella estará tan convencida como tú de que está actuando correctamente.
Lo que habría que hacer es buscar otra vía: las grandes empresas suelen tener un departamento de atención al cliente. Busca la dirección y haz una reclamación por escrito, mejor que por teléfono o e-mail. Procura hacerla muy clara exponiendo los hechos y al final lo que deseas que se haga.
En muchos casos esto será suficiente. Si no lo es, puedes presentar una reclamación de consumo en tu ayuntamiento. Es decir, procura mantener la compostura y si una vía se agota busca otra. Si no lo haces así lo único que conseguirás con seguridad es pasar muy malos ratos y una frustración infinita.
Saludos