Ellos apuestan por mantener su modelo de negocio, conservando toda la cadena de la industria, o al menos lo más posible de ella. Bueno, es su apuesta, ellos verán, supongo que sus estudios habrán hecho. Desde este lado de la trinchera se ve más como suicidio ritual que como una acción eficaz para entrar en el negocio digital, pero quién sabe.
El caso es que el tiempo se encargará de poner a cada uno en su lugar y dar o quitar razones. Si no aciertan con su política, y en mi opinión no lo están haciendo, los únicos que van a sufrir las consecuencias son ellos mismos y en un futuro tendrán que dar un brusco giro de timón si quieren sobrevivir o seguir encabezonados e ir directos al desastre. Que, oye, quizá tampoco fuera tan malo que las editoriales perdieran protagonismo y poder en favor de la autogestión y autoedición digital por parte de los propios autores.
A fin de cuentas todo está ya inventado, tanto en el mundillo musical como en el literario hay ejemplos de autores que, generalmente por falta de dinero o de compañías que quieran apoyarles, se lanzan a la aventura de la autogestión y sacan adelante sus proyectos sin intermediarios de por medio.