Iniciado por
Peto
Aquí hay mucha gente a la que le gusta cambiar de lector continuamente. El que tienen siempre es maravilloso y perfecto, en oposición a los demás, que tienen siempre algún defectillo que les resulta insoportable. Lo gracioso es que cuando esos mismos aparatos eran lo último, el defectillo ni siquiera existía hasta que aparecía el siguiente modelo más moderno. Entonces el defectillo no solo aparecía, sino que era inaceptable a su sensibilidad lectora. Solo vale el último, el perfecto. Hasta que sale el siguiente, que resulta que es el perfecto. El anterior perfecto tenía un defectillo que no se notaba siquiera, pero mira, resulta que ahora sí y es también inaceptable. Y así ad infinitum. No hay nada, absolutamente nada malo en cambiar de lector como de chelos, ni de perseguir el aparato más exquisito dentro de las posibilidades de cada uno. Si yo pudiera, no llegaría al extremo, pero tendría un Voyage o equivalente, solo porque mola. Lo erróneo es transmitir esa filosofía como consejo a los nuevos. El aparato puede ser un medio y un fin. A los novatos les interesa como medio, y como medio, casi todos son perfectos.
Pues eso.