No es Edith Wharton (1862-1937) una escritora fácil de encasillar. Sus novelas y relatos abordan temas muy variados, aunque puede decirse que la obra que la hizo más famosa, La edad de la inocencia, con la que consiguió en 1920 el premio Pulitzer —era la primera vez que se lo concedían a una mujer— define bastante bien sus temas preferidos y el mundo que le gustó retratar, las relaciones sentimentales y sociales de la alta sociedad norteamericana, pues novelas de temática más o menos parecida abundan en su variada y potente trayectoria literaria. Afirmar que Wharton es, sin más, una discípula aventajada de Henry James sería rebajar su altura literaria.
En los últimos años, gracias sobre todo a la editorial Alba, se han vuelto a publicar en España un puñado de buenos y variados títulos que pueden servir para reencontrarse con una espléndida escritora, que supo reflejar como pocas los conflictos de singulares tipos de mujer de su tiempo.
Por ejemplo, Los niños, novela que sin ser de las más citadas, sirve para adentrarse en su inconfundible mundo literario. En ella, un hombre maduro y soltero acude a Europa para encontrarse con un antiguo amor. Sin embargo, durante el viaje conoce a un enjambre de hermanos entre los que sobresale la hermana mayor, encargada de cuidarlos, personaje que atrae poderosamente su atención. En esta novela, Wharton trata el tema del amor, el cortejo de dudas que lo acompaña y el lastre de la comodidad como obstáculo para tomar decisiones cruciales.
En la línea de La edad de la inocencia está La casa de la alegría, donde aparece uno de esos personajes femeninos a los que Wharton les suele sacar tanto partido, Lily Bart. La protagonista es una joven huérfana que vive con su tía en Nueva York y que tiene como única obsesión lograr un ventajoso matrimonio para ascender en la escala social. Como en otras obras, Wharton utiliza este argumento para criticar irónicamente las costumbres de su tiempo y el destino al que, por una errática educación, se ven abocadas muchas mujeres como Lily.
Buena parte de la crítica destaca Las costumbres nacionales como una de las obras maestras de Wharton y junto con La edad de la inocencia, la novela más representativa de su mundo narrativo. En ella se cuentan las aventuras de Undine Spragg, una joven ambiciosa, hija de una familia de nuevos ricos. Ambientada en París, Wharton describe con mucha elegancia los sentimientos de la joven Undine a la vez que retrata como nadie la sociedad aristocrática de su tiempo, con sus luces y sombras.
La editorial Impedimenta rescató Santuario, escrita en 1903, una de las primeras obras de Wharton, inédita hasta la fecha en español. Otra vez elenredo familiar en torno a un matrimonio, roto por la tragedia. Kate, la viuda, educa de manera obsesionada a su hijo para que no repita los mismos errores que el padre. Quizá resulte sofisticada en exceso la trama, pero Wharton, en esta obra primeriza, demuestra ya su habilidad para desenvolverse en el laberinto de las emociones y sentimientos femeninos, en este caso con el telón de la fondo de la maternidad.
Por último, una de mis favoritas, Ethan Frome, de 1911, en la que Wharton abandona el escenario habitual de sus novelas —la ciudad y los conflictos matrimoniales y sociales burgueses, como sucede en las novelas que ya hemos mencionado— y traslada la acción a un desolado mundo rural, en la imaginaria Starkfield, en Massachussets, Nueva Inglaterra. El clima duro y el ambiente frío adquieren en esta novela un singular protagonismo, pues todo lo que sucede transcurre en paralelo al ritmo de la naturaleza, que ha conformado el carácter de sus habitantes, lo que Wharton llama «el entumecimiento de la comunidad», una tranquila y desapasionada manera de enfrentarse a la vida y también a los problemas del prójimo. La llegada de un anónimo personaje a la aldea de Starkfield es el detonante para que se reconstruya toda una historia de fracasos y destrucciones. Tres personajes protagonizan este conflicto: Ethan Frome, su mujer Zeena y la joven Mattie, familiar a quien acogen después de haber perdido a sus padres. Ethan soporta la compañía de una mujer enfermiza y aprensiva, pendiente nada más que de su quebradiza salud. A su lado, Mattie, muchacha joven, trabajadora y alegre, irá despertando en Ethan un amor adormecido por tanto desdén y enfermedad. Con estos ingredientes, la tragedia está servida.
Fuente:
http://www.nuevarevista.net/articulo...norteamericana