Leí a Santiago Gamboa por recomendación de Lasiter y me volví loca con los localismos
Sin embargo, disfruté mucho con la historia.
Sobre lo que comenta Catafracto, en Tucumán (Argentina) mis amigos y conocidos no gustan de leer libros en un monitor. Y que tengan un lector ni hablemos (soy la única que tiene uno). Mis hijos no se acostumbran a la tinta electrónica, por ejemplo.
Está muy arraigada la costumbre de la lectura en papel. Pero los precios se han ido por las nubes. Ejemplo: Cinco esquinas de Vargas Llosa cuesta 21,11 dólares ($ 299). A nosotros el dólar nos cuesta 14,70 pesos más o menos. Con la economía actual, nos la pensamos dos veces antes de gastar esa cantidad en un libro cuando el sueldo no te alcanza para llegar a fin de mes. La edición electrónica cuesta mucho menos, pero no tenemos la costumbre de leer en una pantalla (a menos que se trate de facebook, tumblr, instagram, etc )
No hay muchas librerías locales que vendan libros electrónicos.
Si no consigo algún libro en mi librería habitual, lo busco en amazon.com, pagando en dólares y con tarjeta de crédito.
Las compras en internet despiertan mucha desconfianza en el público en general, si debes pagar usando el plástico. ("¿Y si me roban los datos de la tarjeta?" )
Hasta hace un par de años no encontrabas a Sanderson en ninguna librería por aquí. Mucho menos autores autopublicados (creo que es una cuestión de marketing).
En Buenos Aires seguro que hay más lectores aficionados a los libros electrónicos, pero en el interior del país no son populares. Si vas a gastar el equivalente a 100 dólares y te dan a elegir entre un kindle y una tablet Samsung, seguro eliges la pantalla a colores, que además te permite conectarte a facebook.
Lo cierto es que la afición por la lectura de libros (en cualquier formato) ha disminuido mucho por estos lares, ayudada por los precios elevados.