Un abuelo está sentado en un banco del parque tomando el sol y dando de comer a las palomas que se acercan como cada día soleado. Está pasando un buen rato con sus amigas y es feliz. No imagina que los problemas respiratorios que está teniendo están causados por un hongo que está en los excrementos de las palomas y que él inhala sin saberlo, depositándose en sus pulmones.
Puede que tenga suerte y su sistema inmunitario esté bien. Entonces el hongo no hará mucho daño. Pero si no es así el hongo puede pasar al sistema nervioso central y las consecuencias pueden ser fatales. Luego sus conocidos dirán “no lo entiendo, parecía que estaba bien y de repente, sin causa aparente….”