En calidad de Afiliado de Amazon, obtengo ingresos por las compras adscritas que cumplen los requisitos aplicables

Ver resultados de encuesta: Selecciona un relato por el que votar

Votantes
10. No puedes votar en esta encuesta
  • Barrio Antiguo, por Éire

    1 10.00%
  • Los pantalones, por Ripley

    6 60.00%
  • Roland Bou Vela, por Fitechi

    1 10.00%
  • Es tarde, demasiado tarde, por Virtual

    2 20.00%
Página 1 de 3 123 ÚltimoÚltimo
Resultados 1 al 10 de 27

Tema: Segunda ronda de votaciones del concurso de relatos

  1. #1
    Administrador Avatar de katxan
    Fecha de ingreso
    13 abr, 08
    Ubicación
    Zizur Nagusia
    Mensajes
    5,965

    Predeterminado Segunda ronda de votaciones del concurso de relatos

    La ganadora del concurso, al obtener la mayoría de los votos, ha sido Velatorio, de Liberyd, que firmó su obra como Nine. Enhorabuena por la merecida victoria.

    Y dado que se ha dado un cuádruple empate en la segunda posición del concurso, abro esta nueva encuesta donde podeis votar... pero exclusivamente entre los cuatro relatos que empataron en la segunda posición.

    Esos relatos son:

    Barrio antiguo, por Éire
    Los pantalones, por Ripley
    Roland Bou Vela, por Fitechi
    Es tarde... demasiado tarde, por Virtual

    El plazo para votar es hasta el próximo día 14 de julio. Suerte a todos.
    http://www.lectoreselectronicos.com/LE/image.php?type=sigpic&userid=1&dateline=1264623693



  2. Los Siguientes 2 Usuarios Agradecieron a katxan por Este Mensaje:


  3. #2
    Administrador Avatar de katxan
    Fecha de ingreso
    13 abr, 08
    Ubicación
    Zizur Nagusia
    Mensajes
    5,965

    Predeterminado Barrio antiguo

    Cogida de la mano de mi padre conocí la ciudad desde mi infancia, mientras fui pequeña simplemente paseábamos por la calles estrechas y empinadas del Barrio antiguo.


    Él siempre me decía que para amar algo a alguien hay que conocerlo, que forma más fácil de conocer nuestra ciudad que pasear por ella.


    Tanto mis hermanas como yo se nos hacía la semana muy larga esperando el domingo, esperando que nuestro padre diera la voz de ¡vámonos!


    Conforme íbamos creciendo él también hacía que sus explicaciones crecieran.
    Así supimos desde bien pequeñas que somos de las pocas ciudades ricas en Catedrales ¡tenemos dos!
    También fuimos conscientes de nuestra capacidad académica también tenemos ¡Dos Universidades!
    Y así jugando, llegamos a conocer nuestro Barrio antiguo


    El efecto que hace en una niña que conoce la Catedral, caminando por la Calle de la Compañía, cuando nos llevaban desde el Colegio guiadas por la monjas, formando en filas de a dos y sin alborotar por que era de mal gusto y además íbamos a un acto religioso, al llegar a la puerta del Nacimiento se abría ante nosotras como si fuera la boca oscura de un monstruo y que al llegar al interior oscuro y un frío helador que nos mantenía rígidas y aquellas voces que hablaban en latines retumbando hasta aturdirnos.


    El nos decía que para apreciar la belleza hay que pararse, mirar no sólo el edificio. También el entorno y pensar el como, el cuando y el porqué de su existencia.


    Cuando nos presentó mi padre la Catedral desde el fondo de la calle de la Rua conocimos a una Sra. esbelta, graciosa, amable y vestida con un elegantísimo vestido dorado. Con unos adornos que yo no había visto nunca. El efecto del sol sobre el traje me impresionaba porque trazaba unos fantásticos drapeados que daban movimiento y una gran armonía al conjunto. Parecía abrir sus brazos para acogernos Más que un encuentro con esta belleza fue un encontronazo. ¡Qué diferencia con la otra Catedral!
    Esta no tragaba niñas.


    El interior de esta Catedral tenía un Órgano que aunque era muy antiguo aún sonaba en la grandes solemnidades, además había capillas en las que si que llegaba la luz del sol, una gran cúpula. Estos y otros detalles fueron haciendo que la Catedral pasara de ser un edificio que nos intimidaba a ser una Iglesia muy grande con muchas cosas que ver y en las que fijarnos para ir aprendiendo para cuando fuéramos mayores y tuviéramos que estudiarlos.


    Entrábamos por la Puerta de Ramos y salíamos por la del Nacimiento. Esta Catedral tiene dos puertas, no sólo la que tragaba niñas.


    Una vez en la calle seguíamos caminando hasta la Catedral Vieja y al llegar a la puerta de la Torre (hoy Hierónimus) al enfrentarnos con una oscura escalera de caracol se abría ante nosotros un mundo lleno de emociones y misterios. Conforme íbamos ascendiendo el aire se enrarecía. Nuestras narices parecían cobrar vida propia y comenzaban a arrugarse, la mezcla de olores ponía las cosas un poco difíciles. La luz era escasa, los escalones irregulares y altos, desgastados en el centro, esto nos contaba la cantidad de personas que habían subido por ella, a cada tramo el olor era distinto en uno olía a humedad y a amoniaco, más arriba parecía que hubiera un gallinero y por fin como una explosión de fuegos artifíciales al llegar a la vivienda de los campaneros, el olor a repollo hervido y a cerdo añejo te empujaba a salir a la terraza inmediata.


    Una vez en la fuera la cálida voz de mi padre nos animaba a respirar hondo y disfrutar de la belleza que se extendía como un gran cuadro ante nuestros atónitos ojos. Mirad al Sur, el río y el Puente Romano, iba haciendo que nos fijáramos en los cientos de detalles que desde allá arriba podíamos apreciar, así hasta que recorríamos los 360º en torno a la Catedral.


    También escuchábamos con mucha atención la historia de las campanas y como sonaron cuando la riada de San Policarpo o el terremoto de Lisboa.


    Al fin llegaba la hora de bajar y de nuevo el trago del descenso por la escalera de caracol. Debíamos despedirnos de aquella familia de campaneros que nos decían adiós. Nos daba la sensación que aquellas personas estaban allí de siempre y nos parecía imposible que personas tan ancianas, ante nuestros ojos, pudieran subir y bajar por aquella escalera.


    Al llegar a la calle respirábamos fuerte, nuestros ojos se cerraban cegados por la luz del sol y nuestro padre debía poner orden para poder contestar a las preguntas que las tres hacíamos a la vez sobre lo que habíamos visto y a veces hasta imaginado, sobre todo lo que nos había enseñado.


    Bajando hacia el Puente Romano proyectaba el paseo del domingo siguiente. Universidad, San Esteban, Anaya….paseando por esas calles y callejuelas estrechas con un pavimento de cantos rodados y con charcos de origen incierto flanqueadas por unas casas viejas, decrépitas y oscuras que nos hacían regresar a la ciudad medieval. ¿Cómo habrían podido mantenerse en pie hasta el siglo XX?. De aquellas casas salía un olor extraño, a papel húmedo y viejo, el olor que salía de las cocinas nos llevaban de nuevo a la torre de la Catedral, de alguna de ellas asomaba a veces se una mujer tan vieja como la casa, vestida de negro, con un pañuelo también negro a cubriendo su cabeza, su boca desdentada, nos miraba con extrañeza como preguntándose que es lo que estaría haciendo aquel hombre con sus tres hijas por aquel barrio, algún hombre sentado a la entrada de la casa liando un cigarrillo y de repente como si los hubieran sacado de un encierro un grupo de chiquillos perseguían a un gato lanzándole piedras. Ocasión que no dejo pasar nuestro padre para darnos la lección sobre el respeto a las personas y a los animales.


    De regreso a casa por la circunvalación nos contó las historias sobre la Peña Celestina y la Cueva de la Múcheres.


    Hoy recordando estos fantásticos y felices paseos no puedo dejar de sentirme orgullosa del mejor Maestro que he tenido en la asignatura del amor a nuestra ciudad y en la de la vida.
    Última edición por katxan; 07/07/2014 a las 13:49
    http://www.lectoreselectronicos.com/LE/image.php?type=sigpic&userid=1&dateline=1264623693



  4. El Siguiente Usuario Agradeció a katxan Por Este Mensaje:


  5. #3
    Administrador Avatar de katxan
    Fecha de ingreso
    13 abr, 08
    Ubicación
    Zizur Nagusia
    Mensajes
    5,965

    Predeterminado Los pantalones

    La rutina de todos los días. Bajo las escaleras en un estado similar al sonambulismo. Si me preguntaran, ni siquiera sería capaz de recordar el número del autobús que me ha traído hasta aquí. Y sin embargo, me acuerdo del rostro de esa mujer de ceño fruncido que no dejó de mirarme durante el trayecto. No le gustan mis pantalones rojos. ¿Cómo los llamó la chica de la tienda, ahora que ya tiene confianza conmigo? Ah, sí, rojo putón.


    La confianza da asco.


    La escalera que baja hasta el Metro es ancha, pero poco iluminada. Debe ser por la campaña de ahorro de energía. No recuerdo que hubiera esos azulejos tan horribles. Verdes. Pero no de un verde relajante, primaveral. No. Ese verde es tan agresivo como puede serlo el rojo de mis pantalones.


    El último tramo desemboca en el andén F, sombrío y ruidoso, como cada mañana. Mientras desciendo apresurada, una mano invisible estruja mi pecho, mi estómago, mis tripas. Siento arcadas, y me detengo, con los ojos muy abiertos. Una intensa sensación de náusea me recorre el cuerpo entero, y me doblo sobre mí misma. No es un mareo. Es terror en estado puro lo que siento. A los ojos de cualquier espectador, bien podría parecer que voy a vomitar. Detrás de mí, unos pasos se detienen. Alguien se ha acercado para ayudarme, pienso. Levanto la cabeza para encontrarme con unos ojos oscuros. Arriba, a unos diez pasos hay un hombre, de unos setenta años, con el cabello canoso y encaracolado. Hay algo amenazador en su aspecto, aunque no sabría definir qué es. Parece tan corriente. Me apoyo en la pared y él desciende dos pasos más hacia mí. Alguien sube apresuradamente. Oigo maldecir al viejo, que da media vuelta y se aleja escaleras arriba, demasiado deprisa para lo encorvado que estaba hace un momento. Noto como la sensación de náusea va cediendo poco a poco.


    Mareada y un poco ida, sigo bajando. Arrastro los pies. Sin embargo, algo no está bien. No soy dada a premoniciones, pero hay un escalofrío asentado en la base de mi cuello, y no desaparece ni siquiera cuando me subo al Metro. ¿Peligro? Yo no creo en esas cosas.


    Las oficinas están en un edificio grande, lleno de puertas. A esas horas de la mañana muchas de esas puertas permanecen cerradas, pero de todos modos puedo oír bullicio en la planta superior. Son las chicas de la Asesoría Rivalta, que ya han llegado y cotillean con la puerta abierta. Su mayor diversión cada mañana es analizar la ropa que llevamos los demás, y a ser posible, calcular cuánto nos ha costado… Cómo no, se fijan en mis pantalones. Rojo putón. Hoy me toca a mí.


    Nunca me había dado cuenta, pero estos pasillos de decoración anticuada se parecen un poco al edificio donde me crié, antes de que lo remodelaran. Horrible. Y tiene tan poca luz… ¿Es que hoy todos se han propuesto ahorrar en bombillas?


    Y de repente, le veo. Es él. Y me está mirando. ¿Qué hace aquí ese hombre?
    La sensación de peligro sube hasta mi garganta de golpe, y cierro con fuerza las mandíbulas para ahogar el grito. Sin detenerme un instante, corro a la oficina y me meto dentro. La puerta se cierra detrás de mi espalda. Entonces oigo su voz.


    —Bien, bien… enciérrate.


    Helada, doy dos vueltas a la llave y me aparto. Veo todo rojo, como a través de un velo. Por un momento temo que vaya a derribarla, o que la abra con ayuda de alguna triquiñuela, pero no sucede nada. Tardo en recuperar la compostura, y me acerco a la mirilla. No hay nadie.


    Por si acaso, no la abro. Esto no es una película.


    No hagas nada, quédate donde estás hasta que vengan los demás.


    Cierro los ojos y trato de tranquilizarme concentrándome en mi respiración. No funciona, pero al menos pasa el tiempo y empiezan a llegar mis compañeros. La curiosidad me puede y les pregunto si han visto a alguien extraño en el corredor, describo metódicamente a mi acosador. Nadie parece haber advertido nada raro. Alguno incluso me mira raro.


    Me esperan una pila de pedidos que no puedo retrasar, así que me pongo a ello. Una de mis compañeras hace un comentario sobre mis nuevos pantalones rojos, pero no respondo. No estoy de humor. ¿Por qué tarda tanto en cargarse este dichoso programa de facturación? Parece que los hagan ex profeso para que se ejecuten tan lentamente. No le conozco. No le he visto jamás. María me deja otro fax encima de la pila de pedidos. Chile. Y seguro que sin referencias. Podría ser cualquiera. Esto es un edificio de oficinas. Podría venir a hacer cualquier gestión. Estoy paranoica. Maldigo para mis adentros y comienzo a teclear. El logotipo de esta compañía destaca en la hoja como una señal de peligro. Rojo. Dos hojas llenas de cifras tan diminutas y estrechas que ganas me dan de tirarlas a la basura, ¿por qué no usarán una fuente estándar? Esa voz. No, no le conozco. Seguro que no le conozco.


    Intento no pensar en el momento en que tenga que salir, para almorzar o para volver a casa. Me estoy obsesionando. Mientras tomamos el café, a media mañana, los demás me aseguran que es producto de mi imaginación. Nadie sería tan tonto como para seguirme a un edificio lleno de gente entrando y saliendo.
    Me acerco a la ventana con la taza en las manos. Una parte de mí teme verle allí abajo, esperando. Pero no hay nadie. Eso me alivia. En el cristal, bastante limpio teniendo en cuenta la llovizna de los últimos días, me veo reflejada. Pálida, un poco deformada. Los dichosos pantalones rojos destacan incluso en el reflejo. Empiezo a arrepentirme de haberlos comprado, con lo poco que me gusta a mí llamar la atención.


    A la hora del cierre, una de las chicas se ofrece a acompañarme hasta la entrada del Metro. Lo hace por cortesía, sé que no cree que nadie vaya a seguirme de nuevo. Ni yo misma lo creo. Así que la rechazo y me quedo en mi puesto, dejando que se vayan todos. Siempre soy la última, la que se queda hasta el final, apaga los equipos y cierra todo. Es una rutina como otra cualquiera.
    Ella se despide desde la puerta. Ni siquiera soy consciente de ello, hasta que oigo un crujido, y se activan de nuevo todas las alarmas de mi cuerpo. De un salto estoy junto a la puerta, y hago girar la llave, dos vueltas de seguridad.


    Una carcajada resuena en el pasillo vacío.


    —Eso, eso… enciérrate.


    Retrocedo. Mi respiración se ha acelerado, es más bien el jadeo de un animalillo aterrorizado. Vuelvo a ver a través de la neblina roja. A tientas, cojo el móvil y marco el número de la policía. No me atrevo a atisbar por la mirilla, prefiero arriesgarme a que sea una falsa alarma y quedar en ridículo ante los policías que volver a acercarme a esa maldita puerta…


    Y entonces me fijo en el picaporte. Está girando. ¿He cerrado la puerta o la he abierto…?
    Un paso atrás, dos. Deprisa. Más deprisa. Tropiezo.
    Veo todo rojo.
    No suelo gritar. Soy una persona mesurada y contenida. Soy... Pero cuando la puerta se abre unos dos milímetros, suelto un grito desgarrador que taladra los tímpanos.


    Caigo. Caigo. Caigo irremisiblemente en la cama. Abro los ojos con un grito terrible, con una voz que no parece mi voz.


    Lo primero que veo, son esos pantalones, doblados sobre una silla, esperándome.
    Voy a devolverlos.
    Ya.
    Última edición por katxan; 07/07/2014 a las 13:49
    http://www.lectoreselectronicos.com/LE/image.php?type=sigpic&userid=1&dateline=1264623693



  6. Los Siguientes 2 Usuarios Agradecieron a katxan por Este Mensaje:


  7. #4
    Administrador Avatar de katxan
    Fecha de ingreso
    13 abr, 08
    Ubicación
    Zizur Nagusia
    Mensajes
    5,965

    Predeterminado Roland Bou Vela

    Estaba yo sentado en el banco del colegio. Nada nuevo de momento: el profesor de Lengua nos hablaba sobre la metáfora, la metonimia y otras cosas raras. Me despistaba a mí una avispa; a otros unos cromos. Había algunos, incluso, que casi dormían un sueño eterno.


    Todos medio sentados, medio maltrechos. El día no auguraba nada bueno ni malo, sino la corriente normal de los hechos que día a día nos apubullaban con tantos conceptos extraños. ¡Si teníamos trece años!, Bueno, menos el mayor, de catorce. Éste era el más capacitado: por la edad, que se notaba mucho, por su forma altanera, aunque educada, de contestar; y por su belleza. Pero belleza escondida. El porqué de estar su belleza fuera de tono es algo que descubrí más tarde.


    Esa primera noche, tras las clases, yo no podía dormir: ¿Quién era? ¿Por qué se presentaba tarde al cuso? Roland había sido presentado como un nuevo alumno. Un compañero nuevo, ya comenzado el curso. Como yo tenía muchas ganas de novedades, y los demás también, nos hicimos el paseíllo en los bancos para dejarle sitio.


    Él se quedó quieto, observando el aula y los chicos.


    Levanté la mirada con expectación. «Él tenía que ser mío», —pensé—. Mío para siempre. No había otro modo de capturarlo. Y no había otra forma que la de hacerlo mi sangre misma.


    El Director le impulsó para elegir un sitio. Él seguía buscando ese sitio; momento eterno para mí.
    De repente, para mi espanto esperado, él eligió un sitio a mi lado. Mi mirada quizá lo había cautivado; —no lo sabía.


    Se sentó a mi lado izquierdo. «Según mis pobres deducciones, Roland quería mirar hacia la derecha...»


    —¡Hola!, —le dije como todo afán. «Hola, amigo, debió contestar» Era tan suave su habla que ni le escuché.


    —¿Cómo te llamas? ¿Cómo llegas tan tarde? —silencio absoluto.


    Pasan las horas, llega el nuevo día. El colegio no había cambiado de sitio. La calle seguía verde. El parque se iluminaba con el sol otoñal. Yo no era el mismo,—y de eso doy testimono. En mí había un amor que me resultaba molesto...


    Al día siguiente, me dijo que se llamaba Roland Bou Vela. Y que nos veríamos en el momento oportuno.
    ¿El momento oportuno? Éste es un gilipollas, —pensé.


    Me fui de paseo por los jardines que hizo el arquitecto Sabatini, y tenía yo un presentimiento, como cuando una hembra lo tiene. Yo no soy hembra. Yo no soy Roland.


    En el contraluz bestial del horizonte rojo, se me apareció una figura. esbelta, rodeada de luz, como alguien celestial, que se me acercaba. Era Roland. Vestía de blanco. Se acercaba, ¡Dios mío, se acercaba!...


    Me dijo sólo:—Ya estoy. ¿Qué quieres?


    —Quiero ser como tú.


    —Eso es imposible, porque ya eres como yo.


    FIN
    Última edición por katxan; 07/07/2014 a las 13:50
    http://www.lectoreselectronicos.com/LE/image.php?type=sigpic&userid=1&dateline=1264623693



  8. El Siguiente Usuario Agradeció a katxan Por Este Mensaje:


  9. #5
    Administrador Avatar de katxan
    Fecha de ingreso
    13 abr, 08
    Ubicación
    Zizur Nagusia
    Mensajes
    5,965

    Predeterminado Es tarde, demasiado tarde

    Suicida, absurda e inútilmente intento ganar minutos a la hora estimada de llegada que me indica el navegador de mi coche. Es tarde, demasiado tarde. Y en mi cabeza martillea una y otra vez aquella frase: “…una historia de las tuyas…”


    No podía borrar de mi mente aquella escultural figura, tendida de lado, completamente desnuda sobre las sábanas de raso, que me miraba con ojos de pasión y deseo. No podía comprender como aquella deliciosa y apetecible mujer, que podría yacer con cualquier hombre al que pretendiera, me hubiera terminado embaucando y que incluso hubiera aceptado su dinero por follar con ella. Y me repetía “…y ahora quiero que me cuentes una historia de las tuyas …”


    El resplandor de los faros de un coche que circulaba en sentido contrario me hizo tomar conciencia de donde estaba. Conducía por instinto, con una concentración nula. Las 6,35 de la mañana. Apenas 10 minutos de haberme marchado, pero parecía que aún estaba allí, con ella. Quisiera no tener que lamentar el llegar tan tarde a casa sin tan siquiera un aviso previo. Es tarde, demasiado tarde. Me retumbaba aquella frase “…te he pagado y ahora quiero que me cuentes una historia de las tuyas…”


    Todo comenzó con un simple e-mail. No era la primera vez que una amiga me recomendaba a otra amiga. Siempre ignoraba ese tipo de correos. “Fulanita me habló muy bien de ti, me gustaría conocerte, mi teléfono… bla-bla-bla”. Lo raro, que consiguiera mi teléfono. Lo raro, lo directa que estuvo: “Me han dicho que follas de puta madre y necesito estar contigo…”. Lo raro, que yo la siguiera el juego. Lo raro, que accediera a quedar con ella. Lo raro, que correspondí a su petición. “… me han dicho que tienes una imaginación desbordante no solo en la cama, te he pagado y ahora quiero que me cuentes una historia de las tuyas…”


    Mientras aparcaba el coche en el garaje intuí la necesidad de buscar alguna excusa pero mi mente era incapaz de desconectar de los momentos recientemente vividos y pensar con claridad en algo distinto de aquella velada de infinitas horas de sexo ininterrumpido que se me antojaron instantes, excepto por aquella historia que improvisé ante su insistencia. “… vamos, no te hagas de rogar, me han dicho que tienes una imaginación desbordante no solo en la cama, te he pagado y ahora quiero que me cuentes una historia de las tuyas…”:


    Había un agricultor que año trás año ganaba el concurso al mejor maíz. Preguntado sobre el secreto de su éxito, este confesó que se debía a que compartía su semilla con los vecinos. Preguntado sobre si esto no mermaba sus posibilidades, contestó: "el viento lleva el polen del maíz maduro de un sembrado a otro. Si los demás cultivan un maíz de peor calidad, la polenización cruzada restaría calidad constantemente al mío. Si voy a sembrar el mejor maíz debo ayudar a que mis vecinos también lo hagan…".


    Ella quedó pensativa, quizás decepcionada, claramente esperaba otra cosa y yo me regocijé de ello, pero finalmente con esto me dejó en paz, me sonrió y me dijo seriamente: “Es la primera vez en mi vida que digo esto, pero… estoy totalmente satisfecha de sexo, no puedo más… eres excepcional… me gustaría poder llamarte de vez en cuando…”.


    ¿Qué estaba pasando?. Mi llave no podía abrir la puerta de mi casa. Tendría que llamar al timbre, pero era tarde, demasiado tarde quizás.


    - “No lo hagas, ni se te ocurra volver a llamarme. Esto acaba aquí. Eres extraordinaria, la verdad no entiendo que coño haces con un tío como yo. Eres joven, preciosa, perfecta, divertida, inteligente, sensual, apasionada…”


    - “Los tíos de mi edad no tienen ni puta idea de follar y además no hay quien los aguante, ni antes ni durante ni después… y el resto nada que ver contigo, alguien como tú es lo que he buscado tanto tiempo, lo que necesito…”


    - “No digas gilipolleces… mira, he accedido a tus propósitos, todo esto estuvo muy bien, te lo aseguro, pero no debe volverse a repetir… además sabes que estoy casado…”


    - “He estado con muchos hombres, pero tu eres excepcional y lo sabes. Me has sorprendido completamente de principio a fin, imposible encontrar a alguien como tú… te lo habrán dicho mil veces…”


    - “Y dale con las estupideces. Olvídalo, nunca más… ¿lo has entendido?. No estropees este momento y el recuerdo que me llevare para siempre de ti.


    No tengo otro remedio que llamar al timbre. Dios. Oigo sus pasos. ¿Qué excusa pondré?. Es tarde, demasiado tarde. Y entonces oigo sus gritos desde el otro lado de la puerta: “Vete, lo sé todo. Enviaré tus cosas donde me digas pero no quiero verte nunca más, ¿lo tienes claro?. Yo te envíe a esa puta porque sospechaba de ti. Ahora todo se confirma. Termina de llamarme. Adiós para siempre”.


    - “Aún estas a tiempo. Dime que me seguirás viendo o te arrepentirás.”


    - “ ¿Que es esto?... ¿me amenazas…?, ¿tu crees que podría seguir una relación de algún tipo contigo después de lo que terminas de decirme…?. Adiós para siempre!!!”.


    - “Perdóname. La verdad es que estoy desesperada, no se que hacer para que lo reconsideres. Verás, esto empezó de una forma… puedo explicarte… pero puede terminar bien…”.


    - “Calla. No quiero oírte. Es tarde. Demasiado tarde.”


    Los pasos se alejan. “Cariño, puedo explicarte…”. Oigo en la lejanía cada vez más bajo “Calla. No quiero oírte nunca más. Es tarde. Demasiado tarde.”


    Desolado la llamo. Necesito una explicación. Una voz fría coge el teléfono y menciona una frase hasta que cuelga sin esperar tan siquiera oír mi voz, sin saber lo que quiero. “Es tarde, demasiado tarde… piiiiiiiiiiiiiiiii”
    Última edición por katxan; 07/07/2014 a las 13:50
    http://www.lectoreselectronicos.com/LE/image.php?type=sigpic&userid=1&dateline=1264623693



  10. El Siguiente Usuario Agradeció a katxan Por Este Mensaje:


  11. #6
    Veteran@ en el foro Avatar de ahorso
    Fecha de ingreso
    02 may, 08
    Mensajes
    3,878

    Predeterminado Re: Segunda ronda de votaciones del concurso de relatos

    Guau, Lyberid, enhorabuena. Me encanta que seas tú (y no hedera) la ganadora.....

    Enhorabuena por tu cuento. Me encantó, como ya dije en su momento....
    Hay tres tipos de personas: las que saben contar y las que no

  12. El Siguiente Usuario Agradeció a ahorso Por Este Mensaje:


  13. #7
    Veteran@ en el foro Avatar de Liberyd
    Fecha de ingreso
    01 abr, 09
    Ubicación
    40º19'22"N 3º51'54"O
    Mensajes
    6,973

    Predeterminado Re: Segunda ronda de votaciones del concurso de relatos

    Cita Iniciado por ahorso Ver mensaje
    Guau, Lyberid, enhorabuena. Me encanta que seas tú (y no hedera) la ganadora.....

    Enhorabuena por tu cuento. Me encantó, como ya dije en su momento....
    Muchísimas gracias, Ahorso . No sabes la ilusión que me hizo tu comentario.

    Pobre Hedera, qué fama tiene

  14. #8
    Veteran@ en el foro Avatar de anabelee
    Fecha de ingreso
    04 ene, 10
    Ubicación
    La Quietud
    Mensajes
    7,351

    Predeterminado Re: Segunda ronda de votaciones del concurso de relatos

    Felicidades, guapetona.
    Pobre Hedera, al final se nos a a enfadar como sigamos metiéndonos con ella, pero es que se lleva todos los sorteos.
    Puedes acariciar a la gente con palabras. Francis Scott Fitzgerald
    Leer surte un efecto peligroso: Encender fuegos artificiales en la intimidad del cerebro. Terry Pratchett



  15. El Siguiente Usuario Agradeció a anabelee Por Este Mensaje:


  16. #9
    Veteran@ en el foro Avatar de Joserri
    Fecha de ingreso
    06 oct, 09
    Ubicación
    Alcorcón - Madrid
    Mensajes
    1,614

    Predeterminado Re: Segunda ronda de votaciones del concurso de relatos

    ¡Felicidades, Lyberyd! Que escribas mucho más.

  17. El Siguiente Usuario Agradeció a Joserri Por Este Mensaje:


  18. #10
    Veteran@ en el foro Avatar de adriaja
    Fecha de ingreso
    05 sep, 10
    Ubicación
    Donde mandaron a Godoy castigado
    Mensajes
    556

    Predeterminado Re: Segunda ronda de votaciones del concurso de relatos

    ¡Enhorabuena lyberid! Me encantó tu relato.
    Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín ya no os faltará de nada. Marco Tulio Cicerón






  19. El Siguiente Usuario Agradeció a adriaja Por Este Mensaje:


Temas similares

  1. Respuestas: 78
    Último mensaje: 15/08/2014, 23:56
  2. Votaciones para el concurso de relatos
    Por katxan en el foro Noticias
    Respuestas: 26
    Último mensaje: 02/07/2014, 23:14
  3. Relatos mínimos
    Por anabelee en el foro Tertulia literaria
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 20/01/2013, 19:39
  4. Ronda de cerveza y mariscada!!!
    Por cathermac en el foro Nuestro rinconcito personal
    Respuestas: 32
    Último mensaje: 15/11/2011, 13:14
  5. Segunda estancia en SAT
    Por rendered en el foro Onyx Boox
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 15/07/2011, 17:10

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •