Pues siento repetirme pero yo también hice lo de hedera. Estaba esperando una noche a que me recogiera mi hermano, llego un coche igualito y allí que me metí. Miré rápido al conductor para saludar y me encontré con un tipo acojonadito perdido. Al fin y al cabo que se te suba al coche un chaval con cierta corpulencia a las dos de la madrugada tiene que dar miedete.
Y esto que voy a contar... todavía me entra mal rollo solo con recordarlo. Pongámonos en situación: tenía yo trece añitos, las hormonas desbocadas y las manos ágiles. Vamos, que andaba como los monos todo el día. Y también tenía yo una cinta VHS con una película porno de esas que andaban rulando de mano adolescente en mano adolescente. La cosa es que una tarde me quedé solo en casa y aproveché para ponerme la película y satisfacer mis más bajos instintos. Y después me fui a la calle a cazar grillos, apedrear farolas, o a lo que tocara esa tarde, que no me acuerdo. Dejándome (música de terror aquí) la película porno dentro del reproductor de vídeo. Pasado un rato largo me percaté, con horror, de mi descuido y corrí a casa como alma que lleva el del moño. Mis padres habían llegado pero no había nadie en el cuarto de estar. Pulse el 'eject' y nada, vídeo vacío. Abrí el armarito de las pelis y allí estaba mi cinta. La reconocí porque tenía escrito "PELÍCULA PORNO DAVID" con la letra de mi madre.
Y ya puestos pongo otra. Avanzamos para esta historia unos 10 años. Un jovencito alocado, yo, llega a su casa con unos cubalibres de más (7 o 8, calculo), se acuesta y, minutos más tarde, se despierta alarmado con una hemorragia nasal como no he tenido en mi vida. Pues nada, que me fui al baño, me lavé, me taponé, me limpié, me soné, me lavé, me taponé... y aquello no había manera de pararlo. Claro, tanta hemorragia y tan larga, mi ebrio cerebro lo tradujo de la forma más sensata: esto es una hemorragia cerebral de esas así que en 5-10 minutos la palmas. En dadas circunstancias, claro, hice lo que cualquier persona hubiera hecho: redactar una carta a mis familiares y amigos despidiéndome de ellos. Y una vez redactada me fui a acostar. A la mañana siguiente me despertó mi hermano descojonado de risa con una carta en la mano de letra casi ilegible y llena de goterones de sangre. Un documento dantesco que lamento no haber conservado.
Bueno, y ya la última. Tengo más pero con esto creo que ya quedo como el personaje más gilipollas del foro así que para qué abundar. En esta retrocedemos hasta los 16 añitos o así, que iba cada mañana al instituto. Pues una noche, serían las 23.30 preparé mi mochila para el día siguiente, puse la alarma y me acosté. Cuando sonó el despertador no podía ni con las uñas, estaba reventadico de sueño como en mi vida. Pero uno es cumplidor y se levantó, se metió en la ducha, se vistió, cogió la mochila y enfiló hacia la puerta para echarse a la calle. Sucede que al pasar frente a la puerta del salón observé que mi padre estaba allí en el sofá viendo la tele y me dije: "qué hostias hará este gilipollas viendo la tele a las 7 de la mañana". Sin embargo, antes de salir de casa me llamó la atención que en la tele estuvieran dando, a las 7 de la mañana, Crónicas Marcianas, así que entré al salón y tuve la siguiente conversación.
- ¿Qué haces, papa?
- ¿Dónde vas con la mochila, atontao?
Ahí fue cuando comprendí y me fui a acostar otra vez. Eso sí, antes de dormirme coloqué la alarma a la hora de despertarme. Se había quedado puesta a las 0.00 por un corte eléctrico durante la mañana.