Esto sí que es una tremenda metedura de pata:
http://www.youtube.com/watch_popup?v=n_jJ2ZRBeus
Esto sí que es una tremenda metedura de pata:
http://www.youtube.com/watch_popup?v=n_jJ2ZRBeus
¿Os cuento la segunda?
Yo tenía unos 17 años. Me fui de vacaciones con una amiga a un pueblo típico de la costa valenciana. Todas las tardes-noches íbamos a un pub a tomar algo las dos. Allí había un camarero que era un auténtico plomazo. Cada noche venía a nuestra mesa y se sentaba con nosotras un buen rato a ¿charlar?. El tío pretendía ligar con alguna de nosotras, estoy convencida que le daba lo mismo una que la otra, siempre nos invitaba a una copa. Era muy muy pesado, de verdad. Todas las noches se ponía a hablar. Hablaba bastante bajo y con el volumen que había en el local la verdad es que yo no le entendía ni la mitad de lo que decía. Los primeros días estaba todo el rato preguntándole ¿cómo dices?, ¿perdona?, ¡ay, no te he oído!, y cosas así, pero resultaba agotador, sobre todo porque nunca decía nada interesante, así que pronto me cansé de estar atenta a su monólogo y lo único que hacía era ponerle buena cara, asentir con la cabeza y reír de forma forzada cuando notaba que él pensaba que había dicho algo gracioso. Vamos, que ni le oía ni le escuchaba, pero disimulaba muy requetebien... o no tan bien como yo creía, porque el mamonazo se debió oler que ni siquiera le escuchaba, porque una de las noches como siempre se sentó en nuestra mesa y comenzó su perorata. Y como siempre yo jiji, jaja, claro, claro, tienes razón, etc. Hasta que el tío me mira durante un rato callado y va y me suelta bien alto para que se le oyera bien: "No sabía que hablaras valenciano".
En ese momento quise morirme. Menos mal que el sitio estaba oscuro porque los colores de mi cara debían ser impresionantes. Salí del paso como pude, diciendo que por supuesto que no hablaba valenciano pero que lo entendía bastante bien de pasar los veranos por allí. El me contestó con un seco "ya". Se levantó y se fue con una sonrisa socarrona.
Nunca más volvimos por aquel pub.
Última edición por hedera; 26/02/2013 a las 18:31
Yo tendría 7 u 8 años y estaba jugando con mis hermanos menores de 2 ó 3, a Supermán. Para ello me ponía el babero de ellos anudado al cuello como capa voladora.
Mi madre me envío a por algo a alguna tienda y yo fui. Cuando volvía me di cuenta de que aún llevaba el babero a la espalda. Recuerdo no parar de llorar por la vergüenza...
En fin, creo que esta es la primera vez que cuento esto a alguien que no es de mi entorno familiar más cercano....
Hay tres tipos de personas: las que saben contar y las que no
A mi me pasó con unos vaqueros, tenia unos 13 años, recuerdo probarmelos y bajar a comprar algo, cuando subí mis hermanas empezaron a descongociarse y comprobé que tenía el etiquetón bien pegado en el bolsillo trasero
tambien recuerdo mucha hilaridad el día que llegué de aquella clase de EGB de ciencias naturales y muy alegre comuniqué a mi familia que aquel día había aprendido que "para tener niños hay que follar" ...
Hay una historia que mi madre no deja de contar. Tenia yo pocos años cuando mis padres me llevaron al ver la primera parte de superman.
En esto que se apagan las luces, sale Christopher reeve y con todo el cine en silencio solo se me oye a mi suspirar y decir "QUE GUAPO". Pues en ese momento no entendí yo que el cine se partiera de risa y más cuando vieron que era un mico.
Enviado desde mi ST25i usando Tapatalk 2
El vicio de la lectura es ese que te lleva a pensar en lo próximo que leerás cuando apenas vas por la segunda página de un libro.
Esto me recuerda cuando fui a ver Batman con mi mujer y una pareja amiga. Después de tres cuartos de hora de película, oigo a mi mujer y a la amiga comentar que acababan de descubrir que el tal Bruce era Batman.
Todo para tu kobo en https://kobo.lectoreselectronicos.com
Hace muchos años, llamaron a mi puerta y tras abrir la puerta, vi a una chiquita, una comercial, quien luego de saludar, preguntó:
-¿Está la señora de la casa?
Y yo, de inmediato, le respondí, con una sonrisa de oreja a oreja:
-Sí. Soy yo... Dígame.
Tras aquello, la moza (mal aleccionada en su función, o no muy bien enseñada) se quedó cortada, sin decir nada; le cambió la cara. El silencio que siguió fue una cortina de hielo que (eso) congeló o rompió mi sonrisa que intentaba ser bondadosa, jocosa pero amistosa (de las de, precisamente, romper el hielo).
Tras ese mal comienzo, y vista la situación embarazosa en que había colocado a la pobre, le pedí perdón, le dije que comenzáramos de nuevo, le invité a entrar, atendiendo cuanto quiso contarme, confesándole que yo era tan comercial como ella, etcétera. No recuerdo si compré lo que vendía; sí que salió de mi casa contenta, satisfecha (le doré la píldora cuanto pude, además de enseñarle algo -en lo comercial-, cosa que hacía y seguí haciendo), aunque a mí me quedó un muy mal sabor de boca. Lo que para mí fue ingenio (quizás mal entendido por mi parte), para ella supuso un duro trance. Recuerdo aún su cara, su gesto, su sorpresa (no sé si tanto por mi respuesta como por mi sonrisa).
-La cultura es el poso que resta, luego de olvidar cuanto leímos, cuanto aprendimos.
-No hay recuerdo que el tiempo no borre ni pena que la muerte no acabe. Miguel de Cervantes.
http://www.amazon.es/Kami-Cami-Fernando-Sanchez-Esteban/dp/1453720553/ref=sr_1_6?ie=UTF8&qid=1359627083&sr=8-6