Je, de las pilladas practicando el onanismo en la adolescencia se podría escribir un libro. Así me pillaron mis padres una vez que volvieron a casa por sorpresa, desnudo como una lombriz en medio del salón y blandiendo el sable con gallardía frente a una película de vídeo.
La proporción de pilladas tampoco está tan mal, teniendo en cuenta que en mis buenos tiempos podía salir a mis buenas tres pajillas diarias y eso duró varios años y solo en una ocasión me cogieron con las manos en la... masa.
Historias de borracheras también tengo unas cuantas. Pero si eso otro día, que mis andanzas requieren tiempo para ser narradas.