En el primero, el juego de los números, resulta que vi un episodio de media hora, de La hora de Alfred Hitchcok, en el que se daba ese juego, que se hizo en realidad, como fraude postal; con la diferencia que el real, lo hacía con las apuestas de hipódromo. En la primera tanda de miles de cartas, distribuía el caballo ganador. En la siguiente remesa, sólo escribía a los que en la primera acertó en su pronóstico, pidiéndoles dinero por el siguiente soplo. Así, hasta que a los últimos, les llegó a pedir 100.000 dólares. Se hizo rico, pero terminó en la cárcel, por usar el servicio postal para fines prohibidos.
Los detalles de cada asesinato, no permiten un análisis en profundidad; casi ni en superficie. Ninguno. Son en cierta medida un atentado a la inteligencia del que lee.
En el segundo, el menos atractivo de los tres, es cuando la cosa casi apesta (es un decir), por increíble. Lo de guardarse un
hacha japonesa (sea lo que eso sea) en el pecho, el mismo novio, en plena boda... Cortar el cuello a alguien de un tajo, mancharse apenas y salir tan fresco... El Flores inventado durante tres largos años y al que no había visto nadie. Nadie. (¡) Y lo de las huellas (como en el primero), pues de pena. Incluso el final, lamentable. En mi opinión, claro. Inconsecuencias constantes: ¿Iban las chicas voluntariamente, por su propio pie, a las citas con quienes las iban a matar? ¿Las tenían en un sótano y las iban despachando? ¿Tanto dinero podía dar eso como para sostener a un temible y omnipotente capo de la mafia sarda, que no tenía otra cosa que hacer que
andar por allí?... De pena...
El tercero es como dije para mí el mejor de los tres, aunque quedan igualmente hechos increíbles que se narran
como si nada... A ver quien, con una pistola de las de mayor calibre del mundo (mayor que la de
Harry el Sucio ), conduce adelantando a otro coche, en la noche, al tiempo que apunta y dispara, además con una exactitud milimétrica... Como si el asesino condujera el coche fantástico, como si los adelantados fueran gilíes y no frenaran ni reaccionaran (frenando o agachándose) al ver otro vehículo que les pasaba pero (necesariamente) reducía la marcha, con la ventanilla delantera derecha bajada; y habiendo habido ya ataques precisamente a quienes llevaban un coche como el suyo (Mercedes de lujo y de color negro)...
En fin... Los que lo hayan leído, cuenten porfa por este medio si coinciden en mi apreciación.