Hill usa los cuernos del personaje principal como un don que le permite ver el peor lado de la conciencia de las personas, sus más terribles e inconfesables deseos. Y usa esto para criticar y poner al descubierto muchos de los secretos de sus conciudadanos de clase media. No quedan muy bien pintados, ¿verdad?
El argumento se enrevesa, y en ciertos momentos el ritmo parece decaer. Quizá se ha abusado del
flash back, pero es que la novela lo pide, por su estructura. Es el modo de contrastar el presente oscuro y sombrío en que vive Ig con el pasado, esa adolescencia y juventud perfecta e inocente en la que vivió con Merrin.
¿Lo peor? Que el final se precipita y se vuelve pelín confuso, como ya ha señalado Liberyd.
Sin embargo, y a pesar de ello, se lee fácil y rápidamente, es ameno y cumple lo que ofrece. Otro seis.